viernes, 26 de abril de 2013

Las dos ranas

Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de crema. Inmediatamente sintieron que se hundían; era imposible nadar o flotar mucho tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos patalearon en la crema para llegar al borde del recipiente pero era inútil, sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sintieron que cada vez era más difícil salir a la superficie a respirar.

Una de ellas dijo en voz alta:

- No puedo más. Es imposible salir de aquí, esta materia no es para nadar. Ya que voy a morir, no veo para qué prolongar este dolor. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril.

Y dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.

La otra rana, más persistente o quizás más tozuda, se dijo:

- Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo ya que la muerte me llega, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quisiera morir un segundo antes de que llegue mi hora.

Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar un centímetro. ¡Horas y horas! Y de pronto... de tanto patalear y agitar, agitar y patalear... La crema, se transformó en manteca.

La rana sorprendida dio un salto y patinando llegó hasta el borde del pote.

viernes, 19 de abril de 2013

La Regla del 99

Esta era una vez un rey que estaba en busca de la felicidad ya que aun cuando tenía todos los placeres a su alcance debido a su inmensa riqueza, siempre se sentía vacío y nunca estaba satisfecho con lo que poseía. Tal era su infelicidad que admiraba a uno de sus sirvientes más pobres, que sin importar su condición económica, irradiaba dicha y gozo sincero por la vida. Motivado por lo anterior, fue con el sabio del reino a solicitar su consejo y le preguntó:
  • ¿Cómo es posible que uno de mis sirvientes, aun siendo pobre sea más feliz que yo, el gran rey?
El sabio hizo una pausa y le contesto: 
  • Para poder explicarte la razón de tu infelicidad y de casi todos los hombres, necesito que comprendas EL EFECTO 99.
  • ¿Y qué significa eso? pregunto el rey
  • Para que lo puedas comprender necesito que consigas un costal con 99 monedas de oro. Ya que lo hayas conseguido ven y podré explicarte.
El Rey ni tardo ni perezoso fue de inmediato a conseguir lo que el sabio le había pedido y regreso con él. El sabio le dijo que lo que seguía para poder comprender EL EFECTO 99 era que siguieran a escondidas al sirviente hasta su casa, cosa que hicieron esa misma noche.

Cuando el sirviente entro a su casa, el sabio puso el costal con las 99 monedas en la entrada de su casa, toco a la puerta y corrió a ocultarse junto con el rey.

Cuando el sirviente salió, vio el costal, lo recogió y se metió de nuevo a su hogar. El sabio y el rey prosiguieron a espiarlo desde la ventana. Cuando abrió el costal, el sirviente quedo asombrado con su contenido, estaba encantado y sin perder tiempo comenzó a contar todas las monedas. Cuando terminó el conteo, se rascó intrigado la cabeza y comenzó de nuevo el conteo ya que el suponía que le hacía falta una moneda para completar las 100.

Al terminar el segundo recuento el sirviente se desesperó y comenzó a buscar debajo de la mesa sin rastro alguno de esa moneda “perdida” por lo que comenzó a angustiarse. Fue entonces cuando el sabio le dijo al Rey:
  • Te das cuenta, eso es justamente a lo que me refería con el efecto 99. El sirviente, al igual que tú, ha dejado de valorar la mayoría de sus bendiciones para enfocarse en los pequeños detalles que "creen" les hacen falta. En ello radica la infelicidad del ser humano.

lunes, 15 de abril de 2013

10 cosas que hacer antes de palmarla

Esta mañana colgaba una nueva entrada en el blog: 20 pautas para que tu vida se llene de triunfos.

A los pocos minutos, un amigo me comentaba que lo había leído y le parecía interesante. Además, me aconsejaba un post en otro blog, en este caso la página web Jot Down. El post se titula:


Realmente, el título no incita a mucho, y menos el título de la primera cosa a hacer. Pero leelo detenidamente y te sorprenderás.

Yo me quedo con la número 3:
    "Quédese embobado delante de un cuadro. No se haga el listo, no escoja uno de esos archiconocidos con los que llevan bombardeándole toda la vida. Atrévase con algo nuevo. Vaya a un museo, paséese por sus salas y cuando encuentre el lienzo adecuado deténgase, apague el móvil, póngase a una distancia adecuada e insista en meterse entre pincelada y brochazo. No se trata de imitar a los que hace años se empeñaban en ver imágenes en tres dimensiones y acababan por ver una mierda. Es algo más intuitivo, simplemente relájese y piérdase. Nadie puede explicarle nada del arte, eso no se explica, sea valiente e inténtelo. Si no le gusta siempre puede recurrir a la opción 1. Un servidor sufrió (en el Guggenheim) una epifanía ante un cuadro de la última época de Mark Rothko: la humanidad merece un final lento y doloroso. Y, si puede ser, que este terrible destino afecte primero a los tertulianos."

Una gran recomendación.
Gracias Marc

20 pautas para que tu vida se llene de triunfos


  1. Camina todos los días durante 20 minutos y sonríe mientras lo haces

  2. Siéntate en silencio por lo menos 10 minutos cada día.

  3. Escucha buena música. Es alimento para el espíritu.

  4. Al levantarte, define un propósito para enriquecer tu día.

  5. Aplica diariamente las tres E´s: Entusiasmo, Energía y Empatía

  6. Diviértete y juega más que el mes pasado.

  7. Lee más libros que el año pasado.

  8. Mira hacia el cielo y sé consciente de la grandeza y majestuosidad del mundo.

  9. Sueña mucho más, mientras estas despierto.

  10. Esfuérzate hoy, por hacer reír a por lo menos 4 personas.

  11. Ordena tu casa, tu coche, tu mesa de trabajo y permite que una nueva energía impregne tu vida.

  12. No malgastes tu valioso tiempo en chismes, recuerdos del pasado, pensamientos negativos o cosas que no puedes controlar. Lo más provechoso es invertir toda tu energía en un presente positivo.

  13. La vida es una escuela y tú estás en este mundo para aprender. Los problemas son lecciones de superación.

  14. Sonríe y disfruta más.

  15. Abraza a las personas que aprecias.

  16. No desperdicies tu tiempo odiando a alguien.

  17. No te tomes a ti mismo tan en serio. Ten la seguridad que nadie más lo hace.

  18. No estás en la obligación de ganar siempre una discusión. Solo acepta que no estás de acuerdo y aprende de las otras personas.

  19. Perdona tu pasado, ponte en paz con él y de ésta forma no se arruina tu presente.

  20. No te compares con otros ni anheles su vida. Tú no sabes el camino que ellos han tenido que andar.

miércoles, 10 de abril de 2013

El huevo (por Andy Weir)

Ibas de camino a casa cuando moriste.
Fue en un accidente de coche como otro cualquiera. Nada especial, pero fatal de todas formas. Dejaste una viuda y dos huérfanos. Fue una muerte indolora. Los servicios de emergencia hicieron lo posible por salvarte, pero fue inútil. Tu cuerpo estaba tan destrozado que estás mejor así, créeme.
Y en ese momento es cuando me conociste.

“¿Qué? ¿Qué ha pasado? Preguntaste. “¿Dónde estoy?”
“Has muerto” dije tranquilamente, nunca me gustó suavizar las cosas.
“Había un… un camión y estaba derrapando…”
“Sí,” dije.
“Yo… ¿Estoy muerto?”
“Sí. Pero no te sientas mal. Todo el mundo muere.” Dije.
Miraste alrededor. No había nada. Solo tú y yo. “¿Qué es este lugar?” Preguntaste. “¿Es esto el más allá?”
“Más o menos,” dije.
“¿Eres dios?” Preguntaste.
“Sip,” Dije. “Soy Dios.”
“Mis hijos… mi esposa…” dijiste.
“¿Qué quieres saber?”
“¿Estarán bien?”
“Eso es lo que me gusta” Dije. “Acabas de morir y tu principal preocupación es tu familia. Eso es ser bueno”

Me miraste con fascinación. Para tí yo no tenía pinta de Dios. Aparentaba ser como cualquier otro hombre. O como una mujer. A lo mejor una figura de autoridad. Más como un maestro de escuela que como El Todopoderoso.

“No te preocupes” Te dije. “Estarán bien. Tus hijos te recordarán como alguien perfecto en todos los sentidos. No tuvieron tiempo suficiente como para empezar a despreciarte. Tu mujer llorará de puertas afuera, pero estará secretamente aliviada. Para serte sincero, tu matrimonio se iba a pique. Si te sirve de consuelo, se sentirá culpable de ese sentimiento de alivio”.
“Oh” dijiste “¿Qué pasa ahora? ¿Voy a ir al cielo, al infierno o a algo así?”
“Nada de eso” dije. “Vas a reencarnarte”.
“Ah, o sea que los Hindúes aciertan”.
“Todas las religiones tienen razón, cada una a su manera” dije. “Demos un paseo”.
Me seguiste mientras caminábamos por el vacío.
“¿Adónde vamos?”
“A ninguna parte en concreto. Es que es agradable hablar mientras caminamos”
“Entonces… ¿Cómo va esto?” Preguntaste. “Cuando nazca estaré vacío ¿No? Un bebé. Todas las experiencias y todo lo que he vivido en esta vida no habrán importado”.
“¡De ninguna manera!” Te aseguré “Dentro de ti están todos los conocimientos y las experiencias de tus vidas pasadas. Lo que ocurre es que no los recuerdas”

Dejé de caminar y te cogí por los hombros.

“Tu alma es más maravillosa, bella y grandiosa de lo que puedas imaginar. Una mente humana sólo podría contener una pequeña fracción de lo que tú eres. Es como meter el dedo en un vaso de agua para saber si está caliente o fría. Pones una parte de ti en el vaso y cuando la sacas ya tienes todas las experiencias que tenía”.
“Has estado en un humano durante los últimos 48 años, así que no te has desperezado todavía y no has sentido tu inmensa consciencia. Si nos quedáramos aquí tiempo suficiente, empezarías a recordarlo todo. Pero no tiene sentido hacerlo entre cada vida”.
“Entonces, ¿Cuántas veces me he reencarnado ya?”
“Oh, muchas. Muchísimas. Y en muchas vidas diferentes”. Dije. “Esta vez vas a ser una campesina china en el 540 a. C.”
“¿Cómo? ¿Qué?”. Balbuceaste. “¿Me mandas atrás en el tiempo?”
“Bueno, supongo que técnicamente sí. El tiempo tal y como lo conoces sólo existe en tu universo. Las cosas son diferentes de donde yo vengo.”
“¿De donde vienes?” Me preguntaste.
“Oh, bueno” expliqué. “Yo vengo de un sitio. De otro sitio. Y hay otros como yo. Sé que te gustaría saber como es aquello, pero honestamente, no creo que lo entendieses”.
“Ah,” estabas decepcionado. “Pero espera. Si me reencarno en otros sitios y en otras épocas, podría haber interactuado conmigo mismo en algún momento”.
“Sí, seguro. Pasa continuamente. Y como cada una de las vidas sólo es consciente de sí misma, ni siquiera te enterarás de lo que está ocurriendo”
“¿Entonces cuál es el propósito de todo esto?
“¿En serio?” Pregunté. “¿En serio me preguntas cuál es el sentido de la Vida? ¿No es un topicazo?”
“Bueno, es una pregunta razonable” Insististe.
Te miré a los ojos. “El sentido de la Vida, la razón por la que he hecho todo este universo es para que crezcas”.
“¿Te refieres a la humanidad? ¿Quieres que maduremos?”
“No. Sólo tú. He hecho este universo para ti. Con cada nueva vida creces, maduras y te conviertes en un intelecto cada vez mayor y más grandioso”.
“¿Sólo yo? ¿Qué pasa con el resto de la gente?”
“No hay nadie más.” Afirmé. “En este universo solo estamos tú y yo”.
Me miraste fijamente. “Pero el resto de la gente…”
“Todos tú. Diferentes reencarnaciones de ti”.
“¿Cómo? ¿Soy todo el mundo?”
“Ya lo vas entendiendo” Dije mientras te felicitaba con una palmada en la espalda.
“¿Soy cada ser humano que ha vivido?”
“Y que vivirá, sí”
“¿Soy Julio César?”
“Y también eres Bruto” Añadí.
“Soy… ¿Hitler?” Dijiste con miedo.
“Y los millones a los que asesinó”
“¿Soy Jesús?”
“Y todos los que le siguieron.”
Te quedaste callado.
“Cada vez que torturabas a alguien” Te dije, “Te estabas torturando a tí mismo. Cada acto de amabilidad que has tenido, ha sido por ti. Cada momento feliz o triste experimentado por cualquier humano lo fue o será experimentado por ti”.

Te quedaste pensando largo rato.

“¿Por qué?” Me preguntaste. “¿Por qué haces esto?”
“Porque algún día, tu serás como yo. Porque eso es lo que eres. Eres uno de mi especie. Eres mi hijo”.
“Guau,” dijiste incrédulo. “¿Quieres decir que soy un dios?”
“No. Todavía no. Eres un feto que todavía está creciendo. Cuando hayas vivido cada vida humana posible, habrás crecido lo suficiente para nacer”.
“O sea que todo el universo no es más que…”
“Un huevo” Te respondí. “Ahora es el momento de que vayas a tu siguiente vida”.

Y te envié a tu destino.